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Imagina intentar aplicar una crema corporal espesa con un pulverizador de niebla fina, o un tónico ligero con una bomba de loción. El resultado sería frustrante, un desperdicio y un pobre reflejo de tu marca. El dispensador que elijas no es arbitrario; es una decisión crítica dictada por las propiedades físicas de tu producto y la aplicación deseada. Analicemos los dos tipos más comunes: el pulverizador de niebla fina y la bomba de loción.
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Los pulverizadores de niebla fina están diseñados para atomizar líquidos de baja viscosidad (finos) en una nube suave y uniforme de microgotas.
Utilizan un mecanismo de bomba que fuerza el líquido a través de un orificio muy pequeño y diseñado en el actuador. Esto crea un patrón de pulverización suave y difuso.
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Las bombas de loción están diseñadas para manejar productos de mayor viscosidad (más espesos) y dispensarlos en una gota o cinta controlada.
Estas bombas tienen un camino interno más ancho y una abertura de actuador más grande para permitir que las fórmulas más espesas fluyan fácilmente. La dosis suele ser mayor y más sustancial.
Hay un punto intermedio. Algunos productos, como los tónicos lechosos o las lociones ligeras, podrían técnicamente envasarse con cualquiera de los dos. La elección entonces se reduce a la experiencia de usuario deseada.
Un tónico lechoso en una bomba de loción fomenta la aplicación con discos de algodón.
El mismo tónico en una niebla fina ofrece una aplicación más moderna y sin contacto.
El dispensador es una extensión de la función de tu producto. Al considerar cuidadosamente la viscosidad de tu fórmula y la experiencia sensorial que deseas crear, puedes elegir entre un pulverizador de niebla fina y una bomba de loción con confianza. Esta alineación asegura que tu producto no solo sea efectivo, sino también un placer de usar, reforzando una impresión positiva de la marca con cada aplicación.